¿Tienes problemas de debilidad muscular y no sabes muy bien a qué se deben o cómo tratarlos? Quizá estemos frente a un trastorno denominado atrofia muscular. Se denomina atrofia muscular a la pérdida o al desgaste del tejido que, como consecuencia, da lugar a una pérdida de la fuerza muscular y puede afectar negativamente al día a día de una persona.
La atrofia muscular es una patología en la que se ven afectadas las células nerviosas del músculo esquelético y, de hecho, en los casos más graves, se puede llegar a generar una parálisis total o parcial. Los músculos se desgastan de manera progresiva y quien la padece tiene, con el paso del tiempo, cada vez mayor dificultad para realizar cualquier actividad física.
La atrofia muscular es lo contrario a la hipertrofia muscular, esta última se refiere al hiperdesarrollo del músculo.
Si es tu caso o conoces a alguien con atrofia muscular, debes saber que hay diferentes causas y que puede tratarse de manera sencilla. Esto no quiere decir que en todos los casos se pueda solucionar, pero probablemente sí pueda mejorar. ¡Te contamos más!
Síntomas de la atrofia muscular
Los síntomas de la atrofia muscular van apareciendo según la evolución de la propia atrofia muscular. Es decir, no hay una sintomatología previa. Por otro lado, los síntomas de la atrofia muscular no aparecen siempre en el mismo orden; aún así, hay algunos síntomas de atrofia muscular que podemos destacar como más frecuentes y constantes:
- Dificultad para realizar movimientos básicos y cotidianos.
- Sensación de debilidad en las extremidades.
- Cansancio más frecuente y tras intensidades bajas de ejercicio o movimiento.
- Reducción de la masa muscular en piernas y brazos.
Causas que provocan la atrofia muscular
El origen de la atrofia muscular en los músculos puede ser debido a varias causas. Determinarlas no siempre es sencillo, por eso lo mejor es que pidas cita con tu médico de confianza para que pueda darte un diagnóstico preciso.
Algunas de las causas de atrofia muscular comunes son:
- Terapias prolongadas con corticoides.
- Quemaduras.
- Artritis reumatoide.
- Desnutrición.
- Distrofia muscular.
- Osteoartritis.
No obstante, queremos destacar dos debido a su importancia: la inactividad física y algunas enfermedades cerebrales.
Inactividad física
Si tienes que mantenerte mucho tiempo en reposo o no utilizas los músculos con cierta asiduidad, puedes acabar padeciendo la denominada atrofia fisiológica.
Por regla general, afecta a diferentes grupos de personas:
- Aquellos que están postrados en la cama (por ejemplo, debido a enfermedades o convalecencias) o que ven limitados sus movimientos.
- Quienes no pueden mover sus extremidades por diferentes motivos como, por ejemplo, una enfermedad cerebral, un ataque cardiovascular, una fractura….
- Personas cuyo nivel de actividad física es prácticamente nulo y que trabajan sentados. Esto es cada vez más habitual con el trabajo de oficina y el teletrabajo o home office.
- Aquellas personas que están en ambientes sin gravedad durante largos periodos de tiempo, pues tienen dificultad para moverse. Esto es algo muy habitual entre los astronautas o en los viajes al espacio.
Este tipo de atrofia muscular puede revertirse en muchos de los casos. La manera de conseguirlo es realizando ejercicio (aumentando la intensidad gradualmente) y llevando una alimentación adecuada.
Enfermedades cerebrales
Este tipo de atrofia muscular se denomina neurogénica y es el tipo más grave. El origen puede ser una enfermedad o una lesión en los nervios que se conectan a los músculos atrofiados. A diferencia de la anterior, que es por una falta de uso frecuente, sucede de una forma más repentina.
Además de enfermedades como el síndrome de Guillain-Barré o la polio, puede suceder por lesiones de la médula espinal. Además, queremos hacer especial hincapié en dos de estas: la esclerosis lateral amiotrófica y las lesiones de nervios periféricos.
ELA
A la esclerosis lateral amiotrófica también se la conoce como ELA o enfermedad de Lou Gehrig. Esta enfermedad es atrofia muscular degenerativa de las neuronas que controlan el movimiento de los músculos voluntarios.
El 10 % de los casos de ELA tiene un origen genético y en el resto se desconoce su desencadenante. En cualquier caso, lo que sucede es que las neuronas motoras mueren o se desgastan y, por tanto, no pueden enviar mensajes a los músculos. Debido a ello, los movimientos se vuelven más débiles y se van perdiendo capacidades poco a poco.
El paso del tiempo provoca espasmos, debilitamiento muscular e incapacidad para mover piernas, brazos y el resto del cuerpo. Esta condición empeora de forma lenta y el mayor problema aparece cuando afecta a la zona torácica. Llegados a este punto, cuesta mucho mover hasta los músculos de la zona torácica y eso hace que sea muy difícil o, incluso, imposible respirar.
Daño en los nervios
Y es que los nervios periféricos son los que se encargan de comunicar el cerebro con el resto del cuerpo. Nos permiten sentir calor, frío, dolor y, por supuesto, también son los que envían a los músculos las órdenes del cerebro. Si se lesionan, se aplastan o se cortan, esas órdenes no llegarán a ningún lado.
Imagina que atas una cuerda a una puerta para poder abrirla desde el sofá. Todo resulta muy cómodo hasta que llega alguien y la corta. Entonces, por mucho que tú tires de ella, la puerta no se abrirá. Pues lo mismo sucede con los músculos. Si el nervio tiene problemas, por mucho que intentes enviar una orden al músculo para que se contraiga, esto no sucederá. Como consecuencia, al dejar de recibir señales, el músculo comenzará a contraerse por su cuenta, lo que causa espasmos, y posteriormente dejará de funcionar.
Algo diferente ocurre si esa cuerda de la que hablábamos no se corta, sino que simplemente se daña. Entonces estaremos delante de una lesión nerviosa que sí permite que las órdenes lleguen al músculo, pero no que lleguen de forma correcta. Dependiendo del tipo de lesión habrá unos síntomas u otros.
La actividad física, el mejor tratamiento para la atrofia muscular
Diferentes situaciones, como son la recuperación tras una lesión o padecer una enfermedad, pueden hacer que durante un tiempo no utilices algunos músculos y pierdas algo de masa muscular. De hecho, no hace falta que pases un largo periodo sin utilizarlos para que se produzca una pérdida significativa de tejido.
Puede que tengas que estar unos días inmovilizado, en la cama haciendo reposo o que tengas puesta una escayola. En todas estas situaciones se puede comprometer tu salud metabólica. Y es que la reducción de masa muscular que se produce se atribuye especialmente a una menor síntesis de proteínas musculares posprandiales y post absortivas.
Una de las soluciones más eficaces que se pueden tomar en estas situaciones para perder la menor masa muscular posible es realizar contracciones mediante electroestimulación o (EMS).
Las terapias con EMS tienen numerosas ventajas y las recomiendan deportistas profesionales, fisioterapeutas y médicos para prevenir la pérdida de masa muscular a corto plazo. Algunos de los beneficios de esta terapia son:
- Colaborar en la rehabilitación, favorecer un movimiento reducido y evitar la atrofia muscular.
- Aumentar la fuerza y la resistencia muscular.
- Fortalecer fibras y músculos para retardar o reducir el deterioro.
La electroestimulación para la atrofia muscular
El uso de la electroestimulación más frecuente y relevante en rehabilitación suele ser para los músculos atrofiados que están paralizados. Saber optimizar un equipo de electroestimulación al máximo te permite prevenir y tratar la atrofia muscular y otros problemas como el lumbago.
Si tienes una lesión que te impide moverte con normalidad, los músculos atrofiados que están implicados en dicha lesión caen en desuso. Como ya hemos visto, la consecuencia de no utilizarlos es que corren el riesgo de atrofiarse.
Para evitar esta problemática, un buen equipo de electroestimulación puede adaptarse a las necesidades personales y estimular los músculos paralizados o que no se utilizan. Así, los equipos electroestimuladores aplicados correctamente en tratamientos de rehabilitación facilitan el trabajo de los músculos de manera involuntaria, sin que el paciente los mueva.
¿Qué beneficios se pueden obtener de esto?
Entre las ventajas más importantes de la electroestimulación hay que destacar las siguientes:
- Acortar el tiempo de recuperación: Utilizar la electroestimulación en las sesiones de rehabilitación favorece el bienestar de los pacientes. Evitar la aparición de la atrofia muscular es mejor que tener que tratarla a posteriori.
- Evita daños severos: Si ya tienes una lesión complicada, mediante la EMS evitas añadir un problema mayor, como es el de la atrofia. Asimismo, también nos ayuda a evitar el encadenamiento de problemas adicionales en otras zonas de la musculatura.
- Evita las malas posturas: Los pacientes encamados o con poca movilidad suelen adoptar malos hábitos y posturas para evitar un mayor dolor en la zona lesionada. Con la EMS estaremos mejorando su calidad de vida y podremos prevenir lesiones encadenadas.
En definitiva, gracias a la electroestimulación puedes evitar y prevenir los problemas derivados de la atrofia muscular. Si quieres estar informado sobre temas relacionados con este, suscríbete a nuestro blog.
Aliviar la Atrofia Muscular con Fisioterapia y Electroestimulación
Como hemos visto, la atrofia muscular puede ser una condición debilitante que afecta a muchas personas, especialmente aquellas que han sufrido lesiones, enfermedades o han estado inmovilizadas durante períodos prolongados. Sin embargo, existe una esperanza en el horizonte: la fisioterapia y la electroestimulación Wiemspro se han revelado como una combinación altamente efectiva para aliviar los síntomas y mejorar la función muscular.
La fisioterapia, mediante ejercicios específicos y técnicas de movilización, ayuda a fortalecer y rehabilitar los músculos afectados. Por otro lado, la electroestimulación Wiemspro utiliza tecnología avanzada para estimular de manera controlada las fibras musculares, fomentando su contracción y reactivación.
La combinación de ambas técnicas no sólo acelera el proceso de recuperación, sino que también mejora la calidad de vida del paciente al recuperar la funcionalidad y el rendimiento muscular. Además, este enfoque es altamente personalizable, permitiendo adaptar los tratamientos a las necesidades específicas de cada individuo.
Sin duda, la fisioterapia y la electroestimulación Wiemspro se perfilan como una poderosa herramienta en la lucha contra la atrofia muscular, ofreciendo una solución esperanzadora para aquellos que buscan restaurar su salud y bienestar.
Preguntas frecuentes sobre qué es la atrofia muscular
¿Qué órgano afecta la atrofia muscular?
La atrofia muscular afecta principalmente al tejido muscular. La atrofia muscular se refiere a la pérdida de masa muscular, lo que resulta en una disminución en el tamaño y la fuerza de los músculos. Puede afectar a cualquier músculo en el cuerpo y puede ser causada por una variedad de factores, incluyendo la falta de uso, lesiones, enfermedades neuromusculares, inmovilización, desnutrición o envejecimiento. La atrofia muscular puede tener un impacto significativo en la capacidad funcional de una persona y puede requerir rehabilitación y tratamiento médico dependiendo de su causa y gravedad
¿Cuál es la diferencia entre distrofia y atrofia muscular?
La distrofia muscular y la atrofia muscular son dos afecciones musculares diferentes con características distintas:
Distrofia Muscular:
La distrofia muscular es un grupo de trastornos genéticos que involucran una debilidad progresiva y una pérdida de masa muscular con el tiempo.
Es hereditaria y generalmente se debe a mutaciones genéticas que afectan la estructura o la función de las proteínas musculares.
La distrofia muscular tiende a empeorar con el tiempo y puede llevar a discapacidades graves.
No siempre implica una disminución inmediata del tamaño del músculo, pero se manifiesta como debilidad muscular progresiva.
Atrofia Muscular:
La atrofia muscular se refiere a la pérdida de masa muscular y tamaño muscular debido a una disminución en el uso o estimulación de los músculos.
Puede ser causada por diversos factores, como falta de ejercicio, inmovilización, lesiones, enfermedades neuromusculares, desnutrición o envejecimiento.
La atrofia muscular puede ser reversible si se abordan las causas subyacentes y se implementan terapias adecuadas, como el ejercicio y la fisioterapia.
En resumen, la distrofia muscular es una afección genética que provoca debilidad muscular progresiva, mientras que la atrofia muscular es la pérdida de masa muscular que puede ser causada por una variedad de factores y es reversible en algunos casos. Ambas condiciones afectan la función muscular, pero tienen causas y características diferentes.
¿Qué es la atrofia muscular degenerativa?
La «atrofia muscular degenerativa» es un término que se utiliza para describir una afección en la cual los músculos del cuerpo experimentan una pérdida progresiva de masa y función debido a un proceso degenerativo. Esta condición puede tener diversas causas, y es importante identificar la causa subyacente para determinar el tratamiento adecuado y la gestión de la enfermedad. Algunas de las causas más comunes de la atrofia muscular degenerativa incluyen:
- Enfermedades neuromusculares: Esto incluye trastornos como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), la distrofia muscular y la miastenia gravis, que pueden llevar a la degeneración muscular debido a problemas en el sistema nervioso o en las estructuras musculares mismas.
- Inmovilización prolongada: La falta de uso de los músculos debido a una inmovilización prolongada, como la que ocurre después de una lesión o una cirugía, puede causar atrofia muscular.
- Desnutrición: La falta de nutrientes esenciales en la dieta puede llevar a la atrofia muscular.
- Envejecimiento: A medida que las personas envejecen, a menudo experimentan una pérdida gradual de masa muscular, conocida como sarcopenia, debido a cambios hormonales y otros factores.
- Lesiones locales: Lesiones específicas en un músculo o grupo de músculos pueden resultar en atrofia muscular en la zona afectada.
La atrofia muscular degenerativa puede manifestarse como debilidad, pérdida de fuerza y disminución en el tamaño de los músculos. El tratamiento y la gestión de esta afección dependerán de la causa subyacente y pueden incluir terapia física, ejercicio, cambios en la dieta, medicamentos y, en algunos casos, intervenciones médicas específicas para tratar la causa principal de la atrofia muscular.
Diferencia entre distrofia y atrofia
La distrofia muscular y la atrofia muscular son dos afecciones musculares distintas que se diferencian en varios aspectos:
- Causa Subyacente:
- Distrofia Muscular: Es una enfermedad genética que se debe a mutaciones en los genes que codifican las proteínas musculares. Estas mutaciones afectan la estructura y función de los músculos.
- Atrofia Muscular: Puede ser causada por una variedad de factores, como falta de uso, inmovilización, lesiones, enfermedades neuromusculares, desnutrición o envejecimiento. La atrofia muscular no siempre está relacionada con mutaciones genéticas.
- Progresión:
- Distrofia Muscular: Suele ser progresiva y empeora con el tiempo, con una pérdida gradual de la función muscular y una disminución en la calidad de vida.
- Atrofia Muscular: Puede ser reversible en algunos casos si se abordan las causas subyacentes. La recuperación de la masa muscular perdida es posible con terapias adecuadas, como el ejercicio y la fisioterapia.
- Genética:
- Distrofia Muscular: Es una enfermedad hereditaria y puede transmitirse de padres a hijos.
- Atrofia Muscular: Por lo general, no es una enfermedad genética y no se hereda directamente.
- Tratamiento:
- Distrofia Muscular: El tratamiento se centra en el manejo de los síntomas y la mejora de la calidad de vida del paciente, ya que no existe una cura definitiva.
- Atrofia Muscular: El tratamiento varía según la causa subyacente y puede incluir terapia física, ejercicio, cambios en la dieta, medicamentos y, en algunos casos, cirugía.